En un sentido general, el lacado es una capa clara o coloreada de barniz que se seca por la evaporación del disolvente y a menudo se da por un proceso de curado que también produce un lacado duro y una terminación duradera.
Se puede obtener cualquier nivel de brillo, desde ultra mate a alto brillo y pueden pulirse más según se necesite. Comúnmente, el lacado se hace con una resina de acrílico que es un polímero sintético. Este tipo de resina fue descubierta en la década de los 50. La resina de acrílico es incolora y transparente, es un termoplástico obtenido por la polimerización de derivados del ácido acrílico, se puede utilizar en muchos y diversos metales, tales como bronce, cobre, hierro, acero y otros. Para lacar el aluminio, algunos expertos utilizan antes un proceso químico de oxidación para prepararlo, una de las grandes ventajas del lacado acrílico es su corto tiempo de secado. En general, se utiliza un horno para secarlo y endurecerlo una vez aplicado sobre el aluminio.
Para lacar aluminio debes disolver 100 partes de goma de lacado en 300 partes de amoníaco y calentar la solución alrededor de 1 hora en baño maría. Después de que la mezcla haya enfriado, estará lista para su uso. Debes limpiar el aluminio que vas a revestir en la forma usual, no es necesario más que agua y jabón. Después de haber pintado la superficie del aluminio con el barniz obtenido de la mezcla, debes calentarla en el horno a unos 300° C, después de este proceso, pueden repetirse el recubrimiento y el secado mediante calefacción.
Una vez hayas aplicado el barniz y éste se haya secado y se haya endurecido, el lacado quedará como una capa homogénea y resistente que recubrirá la superficie de aluminio que hayas lacado.
Otra forma de aplicar el lacado sobre el aluminio es mediante una carga eléctrica que genera atracción electroestática entre la pieza y las partículas de polvo de acrílicos, poliuretanos o poliésteres que se apliquen al aluminio.
Hay productos especializados para la limpieza del aluminio lacado que le dan brillo, pero el agua fría enjabonada es suficiente en casi todos los casos, siempre que seques bien la superficie con un paño inmediatamente después.