Las ventanas de la fachada de los edificios son las que determinan la luminosidad de los mismos, pero también aparecen como el elemento más vulnerable, tanto en el ámbito del aislamiento como desde el punto de vista estructural. Por ello es fundamental apostar por ventanas de un buen nivel que, además, favorezcan unas buenas vistas al exterior.
En términos generales, cualquier fachada que no se presente como un muro cerrado y macizo conlleva un menor aislamiento térmico y acústico, ya que dispone de una masa menor, además de entrar en juego si realmente existe un perfecto sellado en todos y cada uno de sus componentes.
No obstante, el hecho de conocer estos conceptos ayuda notablemente a que tanto fabricantes como constructores sepan exactamente a qué se enfrentan a la hora de crear materiales resistentes y elegir éstos para las ventanas exteriores de los edificios.
Actualmente, el material más empleado en estos casos es el PVC, que se suele completar con un doble acristalamiento con el que se puede llegar a conseguir un aislamiento de hasta 20 decibelios en toda la fachada, gracias a que posee la capacidad de amortiguar por sí solo las ondas sonoras.
Igualmente, los perfiles de PVC garantizan el máximo aislamiento térmico –no es un material conductor de la temperatura-, lo que supone un gran ahorro de energía y, en consecuencia, en el gasto tanto en el aire acondicionado como en la calefacción.
Otras características muy valoradas son su hermeticidad, que evita cualquier filtración de agua o aire, y su resistencia, tanto a las agresiones externas como a cualquier condición climatológica adversa, tal y como demuestran los múltiples estudios de laboratorio realizados al respecto.
Por último, es un material que admite acabados muy diferentes, tanto en imitación madera como lacado en colores lisos, algo que lo convierte en uno de los preferidos para todo tipo de ventanas exteriores, especialmente cuando la estética es un elemento importante del diseño y la estructura sin renunciar a la calidad y la durabilidad.